viernes, 14 de enero de 2011

Lectura de "Posición del inconsciente" parte 2: Lo que el inconsciente es y lo que no es

          Lo que el inconsciente es y lo que no es

En 1964 Lacan redacta, a pedido de Henri Ey, el resumen de sus intervenciones en el Coloquio de Bonneval, desarrollado en 1960.

Se trata, como el título mismo lo indica, de una verdadera toma de posición en lo que hace al concepto de inconsciente, en tanto y en cuanto Lacan se esforzará por acentuar la especificidad del descubrimiento freudiano, en oposición a la consumada psicologización de la teoría por parte de los psicoanalistas de la IPA.

Será en este escrito así como en las primeras clases del Seminario 11, “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”, en donde Lacan desarrollará de manera formalizada la estructura del concepto de inconsciente, de la que se desprenderá, por ejemplo, la lógica de las sesiones de tiempo variable y el manejo de la transferencia. Es decir que se trata, ni más ni menos, del fundamento teórico en el que Lacan apoyará la práctica por la que será excluido de la IPA.

Es muy importante subrayar que el manejo del tiempo y el corte de las sesiones por parte del analista se apoyan en el planteo que desarrolla Lacan en este escrito, razón por la cual no va a modificar el alcance del concepto  en la continuación de su enseñanza, aún cuando llegue en el Seminario 24 a proponer el neologismo “L'une-bévue” (cuya traducción aproximada sería “una-equivocación”) para designarlo.
Como vamos a leer en Posición del Inconsciente, Lacan articula el inconsciente a una hiancia temporal que se efectúa en una lógica de apertura y cierre; es justamente por  ignorar esta estructura que los psicoanalistas post-freudianos produjeron el cierre del inconsciente,  al ubicar en primer plano la pretendida unidad yoica.
El interés que reviste el estudio de la lógica del concepto, radica en que los psicoanalistas que nos vinculamos a su enseñanza podríamos producir el mismo efecto de sutura que los analistas criticados por Lacan, aún cuando utilizáramos términos y conceptos lacanianos.

El texto comienza por ubicar ciertos sentidos con los que se utiliza el concepto de inconsciente, que tienden a confundir y degradar lo que Freud formuló como un nuevo paradigma:

“El inconsciente no es una especie que defina  en la realidad psíquica el círculo de lo que no tiene el atributo (o la virtud) de la conciencia.”
“Puede haber fenómenos que corresponden al inconsciente bajo estas dos acepciones: no por ello dejan de ser la una a la otra extrañas. No tienen entre sí más relación que de homonimia.”  (Escritos 2, Siglo XXI editores, pág. 809; todos los resaltados son nuestros)
“Decir que el inconsciente para Freud no es lo que llaman así en otras partes poco añadiría si no se entendiese lo que queremos decir: que el inconsciente de antes de Freud no es pura y simplemente.” (pág. 809)
“¿Qué hay en común  (…) efectivamente entre el inconsciente de la sensación (en los efectos de contraste o de ilusión llamados ópticos), el inconsciente de automatismo que desarrolla el hábito, el coconsciente (?) de la doble personalidad, las emergencias ideicas de una actividad latente que se impone como orientada en la creación del pensamiento, la telepatía que algunos quieren referir a esta última, el fondo adquirido, incluso integrado a la memoria, lo pasional que nos sobrepasa en nuestro carácter, lo hereditario que se reconoce en nuestras naturalezas, el inconsciente racional finalmente o el inconsciente metafísico que implica el "acto del espíritu"?” (pág. 809/10)


Esta lista que Lacan propone es muy interesante para nuestra reflexión, en la medida en que presenta gran actualidad: ni la “sensación”, ni los hábitos, ni la “doble personalidad”, ni la telepatía, ni lo hereditario, ni lo pasional, tienen relación con el concepto de inconsciente que utiliza el psicoanálisis. A lo sumo hay una relación de homonimia.

Continúa diciendo:

“(Nada en todo esto se parece, sino por confusión, por lo que los psicoanalistas le han adjuntado de oscurantismo, al no distinguir el inconsciente del instinto, o como dicen ellos de lo instintual -de lo arcaico o de lo primordial, en una ilusión decisivamente denunciada por Claude Levi-Strauss -hasta de Io genético de un pretendido "desarrollo".)”


En la misma línea de confundir el inconsciente con otro tipo de fenómenos, Lacan sostiene que los psicoanalistas post-freudianos contribuyeron al oscurantismo  al equipararlo a lo “instintual”, algo así como lo arcaico o primordial que tendría que evolucionar hacia formas más completas.

Si dejamos de lado la comodidad de la posición del alma bella, resulta pertinente que apliquemos estos señalamientos taxativos que Lacan ubica en este escrito, al discurso que actualmente solemos sostener los analistas lacanianos en torno al goce y lo real: ¿no se los utiliza, acaso, desmedida y livianamente para explicar toda clase de fenómenos clínicos como si fuesen la causa última del sufrimiento? Así utilizados ¿no se tratará de las nuevas-viejas figuras de lo primordial-instintual?

Sea como fuere, lo que Lacan subraya es que el inconsciente del psicoanálisis no es ni lo oscuro, ni lo primordial, ni lo pasional,  ni lo instintual-corporal en ninguna de sus formas.

A todo esto opondrá su tesis:
“El inconsciente, es un concepto forjado sobre el rastro de lo que opera para constituir al sujeto”. (...)
“El peso que damos al lenguaje como causa del sujeto…” (…)
“El inconsciente es lo que decimos, si queremos entender lo que Freud presenta en sus tesis.” (pág 809)

Para Lacan, si lo inconsciente se vincula al lenguaje y “es lo que decimos”,  no es lo profundo, ni lo oscuro, ni la doble personalidad, ni las pasiones ignoradas, ni sensaciones corporales no conscientes.
En tanto y en cuanto no se relaciona con ninguna interioridad, Lacan desarrollará una topología que pueda dar cuenta de la absoluta especificidad del concepto inconsciente.

Lectura de "Posición del inconsciente" parte 1: Contexto histórico

  “Posición del Inconsciente”:  contexto histórico

Elaborado en marzo de 1964, “Posición del Inconsciente”  constituye la redacción por parte de Lacan de su participación en el Coloquio de Bonneval desarrollado en 1960.

Henri Ey convoca para el Congreso de Bonneval a filósofos y psicoanalistas pertenecientes a las dos grandes tendencias que en aquel entonces estaban representadas por la Sociedad Psicoanalítica de París (SPP) y  por    la Sociedad Francesa de Psicoanálisis (SFP)- de la que formaba parte Lacan-, con el objeto de debatir sobre el estatuto del inconsciente freudiano.

H.  Ey no invita a ningún maestro de la segunda generación, a excepción de Lacan, a quien le propone participar en el debate sin realizar ninguna ponencia. Los psicoanalistas invitados son nombres de la tercera generación francesa: Leclaire, Laplanche, Perrier, Pontalis (por la SFP) Lebovici, Diatkine, André Green (por la SPP) mientras que por parte de los filósofos fueron convocados  Ricoeur, Merleau- Ponty, Henri Lefevre, Jean Hyppolite.

La SFP fue representada mayoritariamente por alumnos de Lacan, los que no estaban completamente de acuerdo entre ellos en lo referente a las hipótesis  lacanianas, a punto tal que Leclaire y Laplanche presentaron juntos una ponencia titulada “El inconsciente, un estudio psicoanalítico”, dividida en capítulos que firman por separado. A pesar de las disidencias teóricas, el trabajo denotaba un verdadero esfuerzo de investigación, tal vez el último debate genuino registrable en el entorno lacaniano que prontamente se convertiría en una masa que sólo quería imitar al líder. 

La parte esencial del coloquio trató de las relaciones del inconsciente y el lenguaje, por lo que las discusiones se organizaron en torno a la enseñanza lacaniana, hecho que representó un fuerte espaldarazo en relación a la disputa política de Lacan con la SPP y la IPA.  Además, desde el punto de vista teórico, Bonneval  constituyó la posibilidad de demostrarles a los psicoanalistas de la IPA que el freudismo revisado desde la lingüística presenta  las condiciones  de una ciencia en forma plena, sin la necesidad de su reducción a la biología.

jueves, 13 de enero de 2011

Leer a Lacan - Presentación


Es por todos conocido que, al menos en  Argentina,  la gran mayoría de los psicoanalistas hemos leído y releído, asidua y rigurosamente, las  Obras Completas de Sigmund Freud. Podemos citar de memoria fragmentos enteros de sus ensayos, ubicando el año, el contexto, los interlocutores a quienes Freud se dirigía, etc.

Sin embargo, con la enseñanza que Jacques Lacan impartiera entre los años 1953 – 1980 ha ocurrido un curioso fenómeno: si bien hay un número importante de psicoanalistas que se hacen representar por el término “lacanianos”, se verifica que no hay un trabajo de lectura de igual magnitud sobre sus seminarios y  escritos que con los textos freudianos.

A esto han contribuido varios factores, como por ejemplo el hecho – bastante sintomático por cierto- de que aún no han sido publicados un gran número de sus seminarios, o el estilo críptico que le valió el apelativo de “el Góngora del psicoanálisis”, entre otros.

Lo que ha proliferado en su lugar es una versión de salón que lo reduce a una jerga inconexa que nadie interroga, repleta de aforismos a los cuales no se les reclama su articulación con el resto de la teoría, algo así como un Lacan de bolsillo y de tinte materialista que de ningún modo es equivalente al autor que se descubre cuando se abordan los pliegues de sus textos de manera directa.

Se producen, entonces- como risueñas paradojas russellianas- psicoanalistas que se dicen lacanianos y que no leen a Lacan pero repiten una jerga que lo distorsiona.

El propósito de esta página es propiciar un acercamiento directo a los textos lacanianos, causar el deseo de saber que posibilite  asumir una posición de analizante respecto de una enseñanza que trazó un antes y un después en la historia del psicoanálisis y cuya consecuencia mayor, asentada en una posición ética, es ni más ni menos que clínica.

Se trata, entonces, de leer a Lacan.