domingo, 23 de junio de 2013

Lectura de “Posición del Inconsciente”, parte 8-c : la operación de separación.






En el punto anterior veíamos que Lacan introduce los desarrollos sobre la causación del sujeto del inconsciente mediante los conceptos de alienación y separación, los que son concebidos como dos momentos de una misma operatoria que se articula en un tiempo lógico.

La alienación es presentada  como “la división del sujeto que hemos designado en su causa”, esto es, el fading o desvanecimiento del sujeto como puro efecto estructural del  significante. Se trata de una  pérdida inexorable, metaforizada por Lacan en términos de “la bolsa o la vida”, respecto del Ser y la mismidad :

“El registro del significante (…) explica la división originaria del sujeto. El significante, produciéndose en el lugar del Otro todavía no ubicado, hace surgir allí al sujeto del ser que no tiene todavía la palabra, pero al precio de coagularlo. Lo que había listo para hablar (…) lo que había allí desaparece por no ser ya más que un significante.” (Posición del Inconsciente)

El momento inicial de la causación del sujeto, entonces, es el de la división estructural, la falta-en-ser.

El segundo momento es denominado “Separación”.  De no seguirse el argumento de Lacan con detenimiento, se corre el riesgo de apresurar el sentido y el alcance que se le otorgue al concepto, dejándose llevar por las resonancias del término “separación”  en función de su significado corriente: “Hecho de separar o separarse dos o más cosas.” Pero no es  esto lo que está en juego en la utilización del término “separación” como concepto específico del psicoanálisis.

Lacan  explica que elige el término en relación al  latín “Separare” (cuyo significado es  “dividir”, “separar”,  pero en el sentido de “distinguir” una cosa de otra.) y el equívoco  entre el “se parer”  en francés ( expresión que presenta significados fluctuantes como “adornarse”, “vestirse” tanto como “defenderse”,  tal como aclara   Lacan en el Seminario sobre “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” – ver página 221 de dicho Seminario en la edición española de Paidós y la página 194 de la edición francesa de Seuil.) y el latín “Se parere” ( “dar a luz”, “parir”,  “engendrarse a sí mismo”).

Pero Lacan aclara de inmediato que esto no implica la “metáfora grosera de que (el sujeto) se traiga de nuevo al mundo” sino más bien el hecho de que el sujeto, en el momento de separación, “puede procurarse lo que aquí le incumbe, un estado que calificaremos de civil. Nada en la vida de ninguno desencadena más encarnizamiento para lograrlo.” (Posición del Inconsciente)

Es decir que el sujeto podrá, en un segundo momento, procurarse una recuperación parcial de la falta-en-ser inicial:

“Para guarecerse del significante bajo el cual sucumbe, el sujeto ataca la cadena, que hemos reducido a lo más justo de un binarismo, en su punto de intervalo…” (Posición del Icc)

El momento de separación, entonces, es el tiempo lógico de la causación del sujeto en el que Lacan ubica la maniobra subjetiva de recuperación parcial de la falta-en-ser, mediante la articulación al  deseo del Otro. Esta maniobra es metaforizada mediante la pregunta “Puedes perderme?” dirigida al Otro, estrategia que Lacan ya había desarrollado en otros lugares de su enseñanza, tanto en el escrito “Subversión del sujeto…” con la dialéctica del Che vuoi o Qué me quieres? dirigida al deseo del Otro, o  la imágen de la mantis religiosa en el seminario 9, así como mediante la pregunta “Qué soy ahí” en relación al discurso del Otro, en este caso en el escrito "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis".


“Sin duda el “pudiera perderme” es su recurso contra la opacidad de lo que encuentra en el lugar del Otro como deseo, pero es para remitir al sujeto a la opacidad del ser que le ha vuelto de su advenimiento de sujeto…”
“Lo que colma así no es la falla que encuentra en el Otro, es en primer lugar la de la pérdida constituyente de una de sus partes y por la cual se encuentra en dos partes constituido.” (Posición del Inconsciente)


Para Lacan, el sujeto cuenta con el recurso de articularse al deseo del Otro para “guarecerse” de la falta en ser: el deseo del Otro aporta respuestas contingentes pero particulares, respecto de las cuales el sujeto podrá maniobrar con la pura falta.

Si para el ser hablante se plantea estructuralmente la cuestión de la falta en ser y de objeto propias del registro  simbólico, existe el recurso de la respuesta contingente por el camino de aquello que fue ofertado por el deseo del Otro, lo que permite ubicar la dimensión ética que el psicoanálisis atribuye al sujeto desde el origen.

El fantasma, como aquello que brinda un texto a las coordenadas escénicas y por lo tanto una versión simbólico-imaginaria de la subjetividad y el objeto -cuya escritura lógica es ( $ ^ a )-  se constituye en el momento  de separación, como resultado de la maniobra subjetiva sobre el deseo del Otro.

De esta lógica se desprende que para Lacan el sujeto del inconsciente es ubicado por el psicoanálisis entre determinación y elección, en la medida en que el discurso del Otro es ofrecido al sujeto en un tiempo anterior a su surgimiento – desde el punto de vista del tiempo lógico-, mientras que la respuesta u elección será hecha necesariamente en relación a los significantes particulares que brindarán un texto contingente al deseo del Otro.


lunes, 18 de febrero de 2013

Lectura de "Posición del Inconsciente", parte 8-b: la operación de alienación.


Con la introducción  en la teoría de las nociones de alienación y separación, Lacan cierra el bucle conceptual en torno a la causación del sujeto,  iniciado en el seminario sobre La Angustia con el conocido “esquema de la división significante”:

"Ya les he enseñado a situar el proceso de subjetivación en la medida que el sujeto tiene que constituirse en el lugar del Otro bajo los modos primarios del significante, y a partir de lo que está dado en ese tesoro del significante ya constituido en el Otro(…). El tesoro del significante donde tiene que situarse espera ya al sujeto, que, en este nivel mítico, todavía no existe. Sólo existirá a partir del primer significante, que le es anterior, y que con respecto a él es constituyente.”  ( Seminario 10, La angustia, Editorial Paidós, pág 175)

“A qué apunta la angustia en lo real(…) es lo que trataré de mostrarles mediante el cuadro de la división significante del sujeto.” (Seminario 10, La angustia, Edit. Paidós, pág 188)


Es muy importante no perder de vista que en el marco de dicho seminario, Lacan ubicará a la angustia en relación al deseo del Otro, cuestión que retomará cuando desarrolle la operación de separación.

Subrayemos entonces que para Lacan las operaciones de alienación y separación serán  las que darán cuenta de la causación del sujeto desde la perspectiva del psicoanálisis, sin que ello constituya una explicación diacrónico-cronológica del origen de la subjetividad. Si se lee detalladamente el argumento de Lacan, de ningún modo se puede inferir que “un sujeto” podría quedar situado en el momento de alienación –sin “pasar” al tiempo de separación. No se trata de tiempos madurativos ni de etapas que la subjetividad tendría que atravesar, ni mucho menos, de eventos que podrían ubicarse en la historia.

Por el contrario, Lacan hace hincapié en que se trata de “dos operaciones que se ordenan en una relación circular, pero por ello no recíproca” (Posición del Icc,) lo que quiere decir que serán los dos tiempos lógicos de una misma operación: la causación del sujeto en el campo del Otro, y que no son pensables como conceptos aislados, sino que ponen en evidencia la íntima articulación entre diacronía y sincronía, “historia y estructura”. Para decirlo de otro modo, al no referirse a momentos o fases históricas, no serán verificables por ningún psicoanalista en ningún caso clínico, sino que sólo se accederá a los efectos ya acaecidos de la operatoria completa, esto es :

- la cadena significante operando para determinado sujeto en términos de intervalo (S1-S2, lo que pone en acto  la definición del sujeto como lo que un significante representa para otro significante)

-o la cadena significante holofraseada  (X – S1), cuestión que se desarrolla largamente en el Seminario sobre “Los cuatro conceptos fundamentales” en relación a la psicosomática, la psicosis y la debilidad mental.

Pasemos a la operación de alienación, ubicada primera en una temporalidad lógica respecto de la separación.

“El efecto de lenguaje es la causa introducida en el sujeto.(…) Pues su causa es el significante sin el cual no habría ningún sujeto en lo real.”

“El registro del significante (…) produciéndose en el lugar del Otro, hace surgir allí al sujeto del ser que no tiene todavía la palabra.”

“La alienación reside en la división del sujeto que acabamos de designar en su causa.”

En estas citas extraídas del escrito que nos ocupa, Lacan sostiene que denominará “alienación” al efecto de división estructural, producto del surgimiento del sujeto en el campo del Otro, siendo éste un campo de significantes, es decir, que ninguno de ellos, en cuanto tal, significa nada sino en relación a los otros. La estructura significante del campo del Otro produce un efecto de fading o desvanecimiento del ser, lo que en otros seminarios y escritos Lacan refiere en términos de “carencia de ser”, en la medida en que ningún significante –por definición-  podrá otorgar una identidad.

“Efecto de lenguaje por nacer de esa escisión original (S1-S2), el sujeto traduce una sincronía significante en esa primordial pulsación temporal que es el fading constituyente de su identificación.”

“Lo que había allí listo a hablar, desaparece por no ser ya más que un significante.” (Posición del Icc)


Para Lacan, entonces, la alienación será el efecto de división estructural del sujeto, en la medida en que éste es  producto de la articulación significante.

Se produce una primordial pérdida de unidad, donde el ser-hablante ya nunca hará centro en ningún sí mismo, de lo que se deriva el paradójico efecto de un ser que adviene a la existencia como falta-en-ser.

Al tiempo de la alienación se articulará la operación de separación, como el momento lógico en el que se produce el rescate parcial de la pura falta en ser mediante la función del Otro y su deseo.