En el punto anterior
veíamos que Lacan introduce los desarrollos sobre la causación del sujeto del
inconsciente mediante los conceptos de alienación y separación, los que son concebidos
como dos momentos de una misma operatoria que se articula en un tiempo lógico.
La alienación es
presentada como “la división del sujeto que hemos designado en su
causa”, esto es, el fading o desvanecimiento del sujeto como puro efecto estructural
del significante. Se trata de una pérdida inexorable, metaforizada por Lacan en
términos de “la bolsa o la vida”, respecto del Ser y la mismidad :
“El registro del
significante (…) explica la división originaria del sujeto. El significante,
produciéndose en el lugar del Otro todavía no ubicado, hace surgir allí al sujeto del ser que no tiene todavía la palabra,
pero al precio de coagularlo. Lo que había listo para hablar (…) lo que había allí desaparece por no ser ya más
que un significante.” (Posición del Inconsciente)
El momento inicial de la causación del sujeto, entonces, es el de la división estructural, la
falta-en-ser.
El segundo momento es
denominado “Separación”. De no seguirse
el argumento de Lacan con detenimiento, se corre el riesgo de apresurar el
sentido y el alcance que se le otorgue al concepto, dejándose llevar por las
resonancias del término “separación” en
función de su significado corriente: “Hecho de separar o separarse dos o más
cosas.” Pero no es esto lo que está en juego
en la utilización del término “separación” como concepto específico del
psicoanálisis.
Lacan explica que elige el
término en relación al latín “Separare” (cuyo
significado es “dividir”,
“separar”, pero en el sentido de
“distinguir” una cosa de otra.) y el equívoco
entre el “se parer” en francés (
expresión que presenta significados fluctuantes como “adornarse”, “vestirse”
tanto como “defenderse”, tal como
aclara Lacan en el Seminario sobre “Los cuatro
conceptos fundamentales del psicoanálisis” – ver página 221 de dicho Seminario
en la edición española de Paidós y la página 194 de la edición francesa de
Seuil.) y el latín “Se parere” ( “dar a luz”, “parir”, “engendrarse a sí mismo”).
Pero Lacan aclara de inmediato que esto no implica la “metáfora
grosera de que (el sujeto) se traiga de nuevo al mundo” sino más bien el hecho
de que el sujeto, en el momento de separación, “puede procurarse lo que aquí le
incumbe, un estado que calificaremos de
civil. Nada en la vida de ninguno desencadena más encarnizamiento para
lograrlo.” (Posición del Inconsciente)
Es decir que el sujeto podrá, en un segundo momento, procurarse
una recuperación parcial de la falta-en-ser inicial:
“Para guarecerse del
significante bajo el cual sucumbe, el
sujeto ataca la cadena, que hemos reducido a lo más justo de un binarismo,
en su punto de intervalo…” (Posición del Icc)
El momento de separación, entonces, es el tiempo lógico de la
causación del sujeto en el que Lacan ubica
la maniobra subjetiva de recuperación parcial de la falta-en-ser, mediante la
articulación al deseo del Otro. Esta
maniobra es metaforizada mediante la pregunta “Puedes perderme?” dirigida al
Otro, estrategia que Lacan ya había desarrollado en otros lugares de su
enseñanza, tanto en el escrito “Subversión del sujeto…” con la dialéctica del
Che vuoi o Qué me quieres? dirigida al deseo del Otro, o la imágen de la mantis religiosa en el
seminario 9, así como mediante la pregunta “Qué soy ahí” en relación al
discurso del Otro, en este caso en el escrito "De una cuestión preliminar a todo
tratamiento posible de la psicosis".
“Sin duda el “pudiera perderme” es su recurso contra la opacidad de lo que encuentra en el lugar
del Otro como deseo, pero es para
remitir al sujeto a la opacidad del ser que le ha vuelto de su advenimiento
de sujeto…”
“Lo que colma así no es la falla que encuentra en el Otro,
es en primer lugar la de la pérdida
constituyente de una de sus partes y por la cual se encuentra en dos partes
constituido.” (Posición del Inconsciente)
Para Lacan, el sujeto cuenta con el recurso de articularse al
deseo del Otro para “guarecerse” de la falta en ser: el deseo del Otro aporta
respuestas contingentes pero particulares, respecto de las cuales el sujeto
podrá maniobrar con la pura falta.
Si para el ser hablante se plantea estructuralmente la cuestión de
la falta en ser y de objeto propias del registro simbólico, existe el recurso de la respuesta
contingente por el camino de aquello que fue ofertado por el deseo del Otro, lo que permite ubicar la dimensión ética
que el psicoanálisis atribuye al sujeto desde el origen.
El fantasma, como aquello que brinda un texto a las coordenadas
escénicas y por lo tanto una versión simbólico-imaginaria de la subjetividad y
el objeto -cuya escritura lógica es ( $ ^ a )-
se constituye en el momento de
separación, como resultado de la maniobra subjetiva sobre el deseo del Otro.
De esta lógica se desprende que para Lacan el sujeto del
inconsciente es ubicado por el psicoanálisis entre determinación y
elección, en la medida en que el discurso del Otro es ofrecido al sujeto en un
tiempo anterior a su surgimiento – desde el punto de vista del tiempo lógico-,
mientras que la respuesta u elección será hecha necesariamente en relación a
los significantes particulares que brindarán un texto contingente al deseo del
Otro.