domingo, 8 de mayo de 2011

Lectura de “Posición del inconsciente”, parte 5: diacronía y sincronía, historia y estructura.

En el escrito que nos ocupa, Lacan pone en acto la tesis misma que se propone enunciar sobre el inconsciente: se trata de la consideración, en todo discurso, del sujeto del enunciado y del sujeto de la enunciación, de lo dicho y del acto de decirlo, escisión a partir de la cual, en un tiempo retroactivo, se produce ese efecto designado “sujeto del inconsciente”.

Lo que Lacan subraya es la dimensión del corte, del intervalo que transcurre entre dos momentos, cuyo segundo término dará existencia nachträglich al primero.
Justamente, ya desde el prólogo Lacan hace mención al intervalo de tres años y medio que transcurre entre el Congreso de Bonneval y la producción del texto.

Más adelante, en la página 813 de  la versión que estamos tomando como referencia, dirá:
“No podemos por consiguiente dejar de incluir nuestro discurso sobre el inconsciente en la tesis misma que enuncia, que la presencia del inconsciente, por situarse en el lugar del Otro, ha de buscarse en todo discurso, en su enunciación.”

Lo sorprendente es que la estructura del texto- podríamos decir, el texto en su enunciación, a nivel de su estructura- presenta, en acto, la misma lógica que desarrolla en los enunciados- esto es, la diacronía-: si se toma el escrito en su totalidad, se advierte que en la página 818 (luego de la frase “El inconsciente es entre ellos su corte en acto”), hay un pequeño pero perceptible intervalo.

Lo que se lee en retroactividad, es que Lacan presenta “en dos tiempos” los desarrollos sobre el inconsciente; aquello que en el segundo tiempo del texto será designado como las operaciones lógicas de alienación y separación en la constitución del sujeto, en la primera parte es trabajado en términos de “diacronía y sincronía” y “el lenguaje y la palabra”.

En la página 814 Lacan se pregunta:
“Pero aquí nos regresa legítimamente la pregunta: ¿son éstos efectos de lenguaje o efectos de palabra? (…) Vuelta hacia lo que interesa a su autor, los efectos sobre la lengua, proporciona trama y urdimbre a lo que se teje entre sincronía y diacronía.”

Así como los tiempos lógicos de alienación y separación- que en otras entradas estudiaremos exhaustivamente- son desarrollados como dos momentos lógicos de una misma operación – la constitución del sujeto del inconsciente-, de la misma manera se trata, para Lacan, en toda consideración del inconsciente, de las dimensiones diacrónica y sincrónica.

La importancia clínica de estos desarrollos radica en la ubicación y articulación de la historia (diacronía) y la estructura (sincronía) en el transcurso de un análisis, en la medida en que para Lacan proporcionan la estructura del sujeto del inconsciente. En tal sentido, toda práctica que acentúe una dimensión por sobre la otra, podría convertirse:
a) en una nueva teoría del trauma, en el caso en que se consideren a los hechos históricos como los fundamentales, presuponiendo que el sufrimiento neurótico sería producto del pasado- lo que al mismo tiempo implicaría la hipótesis retrógrada de “la infancia” como categoría explicativa-, o,
b) en una psicología de terminología psicoanalítica, en caso de que se acentúe la estructura- esto es, el “para todo caso”- por sobre el trabajo de la historia, en la medida en que lo absolutamente particular del sufrimiento neurótico podrá cernirse sí y solo sí se articulen los significantes que operaron efectivamente como discurso para determinado sujeto, lo que permitirá la construcción del fantasma y, llegado el caso, la posibilidad de brindar un testimonio de fin de análisis mediante el procedimiento del pase.

Para Lacan, no hay práctica psicoanalítica si no se articulan la diacronía y sincronía como las dos dimensiones que proporcionan la trama y la urdimbre del sujeto del inconsciente.