Vamos a continuar
con la progresión del texto de Lacan, en el que va a desarrollar un tema nodal
para la praxis analítica: las operaciones de causación del sujeto.
Antes de avanzar
puntualmente sobre el tema, es necesario que revisemos lo dicho hasta aquí ya
resulta imprescindible para acceder a la lógica del planteo lacaniano.
Lo primero que
tenemos que situar es que Lacan empleará las nociones de “inconsciente” y “sujeto” de forma equivalente.
Es decir, cuando utilicemos
cualquiera de los dos términos, será lo mismo que afirmar “sujeto del
inconsciente” o “el inconsciente y el sujeto que le corresponde”:
“Freud opone la
revelación de que, a nivel del inconsciente, hay algo homólogo en todos sus
puntos con lo que sucede a nivel del sujeto: eso habla y eso funciona de manera
tan elaborada como a nivel de lo consciente” (Seminario 11, “Los cuatro
conceptos fundamentales del psicoanálisis”, pág. 32).
Por otra parte,
Lacan sostiene que el sujeto del inconsciente es un efecto del acto de palabra
en el campo del lenguaje, por lo que carece de toda sustancialidad y/o unidad;
el sujeto, para el psicoanálisis, no es un ser, esto es, no es susceptible
de ser atrapado por ninguna ontología.
¿Por qué Lacan se
refiere al inconsciente como un efecto? Por la ley del significante en el acto de
la palabra: si el significante, por definición, en sí mismo no significa nada
sino en relación a otro, será el último término de la cadena, aquel que se
ubica en el lugar de la puntuación o corte, el que determinará de manera
retroactiva el efecto de sentido de la frase.
En ese punto disruptivo Lacan ubicará un pensamiento que constituye un
saber no sabido, un saber que no antecede a su producción sino que es causado por
el corte mismo. La escritura formalizada de esta estructura será S1 -S2,
aquello por lo cual el sujeto es lo que un significante representa para otro
significante, lógica mínima que produce lo que Lacan denomina el fading o
desvanecimiento del sujeto.
Esta estructura,
que Lacan denomina “ley del significante”, es aquella que le otorga al sujeto
del inconsciente una dimensión temporal y no sustancial, en una pulsación de
apertura y cierre:
“Tropiezo, falla,
fisura. En una frase pronunciada, escrita, algo viene a tropezar. Estos
fenómenos operan como un imán sobre Freud y allí va a buscar el inconsciente.
Allí, una cosa distinta exige su realización, una cosa que aparece como
intencional, ciertamente, pero en una extraña temporalidad.” (Seminario 11,
“Los cuatro conceptos fundamentales…”, pág. 32).
Mediante las
operaciones de alienación y separación, Lacan va a desarrollar las coordenadas
teóricas de su teoría del sujeto para el psicoanálisis, sin que ello se constituya
-en modo alguno- en una cosmovisión.
Si nos aplicamos
a una lectura rigurosa de los escritos y seminarios, prescindiendo del prejuicio académico
de considerar supuestas etapas evolutivas en la obra de Lacan, podremos comprobar
que la concepción de la subjetividad expuesta en el Seminario de 1964 no
sufrirá modificaciones a lo largo de su enseñanza.
Veamos algunas citas que
demuestran esta afirmación:
“Mi hipótesis es
que el individuo afectado de inconsciente es el mismo que hace lo que llamo
sujeto de un significante. Lo enuncio con la fórmula mínima de que un
significante representa un sujeto para otro significante. (…) El sujeto nunca
es más que puntual y evanescente, pues sólo es sujeto por un significante y
para otro significante.” (Seminario 20, “Aún”, páginas 171/72).
“La pregunta es
qué pasa cuando algo le sucede a alguien como consecuencia de una falta.
Esta falta no
está únicamente condicionada por el azar. El psicoanálisis nos enseña, en
efecto, que una falta nunca se produce por azar. Hay detrás de todo lapsus,
para llamarlo por su nombre, una finalidad significante. Si existe un
inconsciente, la falta tiende a querer expresar algo, que no es sólo que el
sujeto sabe, puesto que el sujeto reside en esta división misma que en su
momento les representé con la relación de un significante con otro
significante.” (Seminario 23, “El sinthome”, pág. 145)
Lacan llevará
esta lógica al extremo en el Seminario 24, “L’insu que sait de l’une-bevue
s’aile á mourre” (1977), designando al inconsciente con el neologismo
“l’une-bevue” (desliz, equivocación), manteniendo su definición del sujeto:
“Es muy difícil
saber bien la idea que Freud tenía de eso (el inconsciente). Pero lo que dijo
de eso me pareció que sea un saber. Se trata en el saber de lo que podemos
llamar efecto de significante.” (…) Lo que se dice a partir del inconsciente
participa del equívoco, que es el principio del chiste- equivalencia del sonido
y del sentido. He aquí en nombre de qué creí poder adelantar que el
inconsciente estaba estructurado como un lenguaje.” (Seminario 24, “L’insu…”,
clase del 11/1/77)
“Preciso en este
momento acordarme de lo que dije con respecto al sujeto, es a saber, la
relación de este S1 con este S2, he dicho en su momento que un significante era
lo que representaba al sujeto ante otro significante.” (Seminario 24, “L’insu…”,
clase del 15/3/77)
“El sujeto se
toma por Dios, pero es impotente para justificar que se produce del
significante, del significante S1 y aún más impotente para justificar que ese
S1 lo representa ante otro significante.” (Seminario 24, “L’insu…”, clase del
17/5/77)