Al comenzar con la escritura de esta “Introducción a la lectura de Lacan”, debo decir que me
resultó divertido imaginar algunos adjetivos borgeanos que bien podrían caberle
a esta iniciativa: “improbable tarea”, “despiadada ilusión”, “misteriosa
esperanza”.
Sucede que, al ver en su conjunto
la magnitud y complejidad de la obra lacaniana, se impone la pregunta acerca de
la factibilidad de la tarea. ¿Se trata de un proyecto abordable?
Apresurando la respuesta,
podríamos decir que sí y sólo sí la fórmula del título sea tomada de manera
literal, es decir, si lo que se pretende es simplemente abrir algunas vías y establecer
coordenadas generales para quienes luego
quieran emprender la lectura directa de
los textos de Lacan.
En efecto, podemos localizar al
menos tres grandes dificultades que en muchas ocasiones promueven un abandono
temprano por parte de sus incipientes lectores:
a) El estilo críptico, calculado
por el propio Lacan, que le valió el apodo de “El Góngora del psicoanálisis” y
que lo condujo en más de una oportunidad a
abordar el tema en su Seminario
(¿ la incomprensión de Lacan es un síntoma? se preguntaba en la sesión del 2 de
diciembre de 1971 en el transcurso del seminario “El saber del psicoanalista”)
b) El hecho de que aún, corriendo
el año 2020, no están editados una gran
parte de sus seminarios y es muy probable que nunca lleguen a estarlo.
c) Por último, la dificultad
proveniente de que la obra de Lacan no constituye un sistema cerrado. Si bien
presenta la lógica interna propia de una teoría, no está expuesta por su autor
de forma sistemática.
Ante esto, sabemos que no hay
otra manera de ingresar a sus textos sino mediante alguna introducción. Pero
remarquemos que una “introducción”, cuya
finalidad sea generar las
condiciones de posibilidad de una posterior lectura, no equivale a
“elucidación”.
Después de un poco más de 20 años ininterrumpidos
dedicados a la investigación de la obra lacaniana, me permito sostener que
“elucidarla” no es precisamente un término que convenga para asociársele.
A pesar de estos obstáculos
ciertos, una vez que se logra atravesar la hojarasca de su densidad, se accede
al pensamiento de un autor riguroso que articuló el psicoanálisis a la ciencia
mediante el recurso de la lingüística estructural, la lógica formal, la
topología y las estructuras nodales.
Hay sin lugar a dudas un hilo
conductor en su enseñanza, cuyo inicio fue fechado por Lacan en el año 1953 y
que se extendió hasta poco antes de su muerte acaecida en septiembre de 1981,
lo que le otorgó el estatuto de un nuevo paradigma en psicoanálisis – así como
a Freud se habían sumado los de Melanie Klein o
Winnicott.
La axiomática lacaniana está dada
por la introducción de los tres registros, Simbólico, Imaginario y Real y la
noción de sujeto del inconsciente – como efecto de lenguaje- , términos que,
claro está, no se encuentran en la obra freudiana y que por lo tanto fundan las
bases de otra clínica.
En lo que sigue -y ajustándonos al marco reducido que permite el formato del blog- vamos
a avanzar sobre algunos lineamientos generales que pueden dar el marco
necesario para que los lectores interesados en
Jacques Lacan, puedan internarse
en una enseñanza que abrió el psicoanálisis a una dimensión teórica que,
apoyada en una precisa formalización, brinda en un mismo movimiento una ética y una
lógica para la dirección de la cura.
S.S.
Palabras clave: Jacques Lacan - Introducción - Paradigma - Tres registros: Simbólico, Imaginario, Real - Sujeto del inconsciente