jueves, 25 de junio de 2020

Clínica lacaniana 2 - Seminario "El saber del psicoanalista"



En la entrada anterior sobre Clínica lacaniana mencionábamos los reparos que Lacan tuvo a lo largo de su enseñanza para hablar de su propia práctica.

Aquí recortamos un fragmento de la clase del 6 de enero de 1972 correspondiente al  Seminario “El saber del psicoanalista” ( publicado por la Editorial Paidós como “Hablo a las paredes” ) donde Lacan hace referencia a una anécdota en la que cuenta públicamente un breve   evento vinculado a una cura que él conducía y la razón por la cual luego prefirió ser más prudente:




“A Sainte-Anne no llegué a hablar sino muy tarde, quiero decir que no se me había ocurrido antes, salvo para cumplir algunas tareas menores cuando era jefe de clínica. Relataba algunas
historias a los practicantes y fue incluso ahí donde aprendí a ser cuidadoso con las historias que cuento. Un día relaté la historia de la madre de un paciente, un encantador homosexual
al que yo analizaba, y que, no pudiendo evitar lo que se veía venir, había dado este grito: ¡Y yo que creía que él era impotente!
 Cuento la historia y diez personas de la asistencia -no había solo practicantes- la reconocen de inmediato. No podía ser otra más que ella. Se dan cuenta ustedes de lo que es una persona mundana. Fue toda una historia naturalmente, porque me lo reprocharon, cuando yo no había contado absolutamente nada más que ese grito sensacional. 
Desde entonces, eso me inspira mucha prudencia para la comunicación de casos.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario