(viene de parte 2 )
En la Psicopatología
de la vida cotidiana, es exactamente lo mismo. Si no hubiera informe del
lapsus o del acto fallido, no habría interpretación.
El
ejemplo mayor está dado por el chiste, cuya cualidad y sentimiento de satisfacción
mostrado por el que ríe — Freud insiste en eso — vienen esencialmente del
material lingüístico.
Esto me
ha hecho afirmar, lo que me parece evidente, que el inconsciente está estructurado
como… (he dicho “está estructurado como”, lo que era quizá exagerar un poco,
puesto que presupone la existencia de una estructura — pero es absolutamente
verdadero que hay una estructura)… el inconsciente está estructurado como un
lenguaje. Con una reserva: lo que crea la estructura es la manera por la cual
emerge el lenguaje al comienzo en un ser humano. Esto es, en último análisis,
lo que nos permite hablar de estructura. Los lenguajes tienen algo en común —
quizá no todos, puesto que no podemos conocerlos a todos, quizá hay excepciones
— pero es verdadero de los lenguajes que encontramos al tratar a los sujetos
que vienen a nosotros. A veces han conservado la memoria de un primer
lenguaje, diferente de aquel que han terminado hablando. De manera bastante
curiosa, Freud observa en su práctica que podía resultar de ello una forma
curiosa de perversión — especialmente el fetichismo — que no es ordinariamente
causado por este tipo de ambigüedad. Pero pienso que hay aquí suficientes
personas que se acuerdan del famoso Glanz auf der Nase, que vino del
hecho de que un germanófono había conservado la memoria de la expresión
inglesa to glance at the nose. Freud combinó esto con otros hechos que
había reunido en lo concerniente al origen de los fetiches, y que es que
implican varias significaciones en diferentes etapas, que llevan todas al órgano
macho. Es así que Freud, tras años de experiencia, llegó a escribir los bien conocidos
Tres ensayos sobre la sexualidad, en la tentativa de construir algo que
sería escansión regular del desarrollo para cada niño.
Creo que esta escansión misma está íntimamente
ligada a ciertos patterns del lenguaje. Quiero decir que las así
llamadas fases oral, anal e incluso urinaria están demasiado profundamente
mezcladas con la adquisición del lenguaje, que el aprendizaje de la higiene,
por ejemplo, está manifiestamente anclado en la concepción que tiene la
madre de lo que ella espera del niño — especialmente los excrementos — lo que
hace que, fundamentalmente, es alrededor del primerísimo aprendizaje del niño
que giran todas las etapas de lo que Freud, con su prodigioso insight,
llama sexualidad. Es preciso que yo resuma un poco.
Propondré
que lo que hay de más fundamental en las así llamadas relaciones sexuales
del ser humano tiene que ver con el lenguaje, en el sentido de que no es sin
motivo que llamamos al lenguaje del que hacemos uso nuestra lengua materna.
Es una verdad elemental del psicoanálisis que, a pesar de la idea de instinto, es
muy problemático que un hombre se interese de alguna manera por una mujer si no
ha tenido una madre. Es uno de los misterios del psicoanálisis que el varoncito
sea inmediatamente atraído por la madre, mientras que la nena está en un estado
de reproche, de disarmonía con ella. Tengo bastante experiencia analítica para
saber cuán devastadora puede ser la relación madre/hija. Si Freud elige acentuar
esto, edificar toda una construcción alrededor, no es sin motivo.
Ahora que
he terminado esta más bien larga introducción, me gustaría volver a la
pregunta que he formulado al comienzo a los analistas aquí presentes, puesto
que no es necesariamente de esta manera particular, atípica, que fueron conducidos
al psicoanálisis. Tampoco les he dicho todo lo que he recorrido antes de
interesarme en los psicóticos y antes de que ellos me condujeran a Freud, habiendo
simplemente subrayado que, en mi tesis, yo me encontraba aplicando el freudismo
sin saberlo. No voy a comenzar de nuevo. Eso ha sido una suerte de desliz, debido
al hecho de que al final de mis estudios de medicina fui llevado a ver locos y
a hablar de ellos, y fui así conducido a Freud, quien habló de eso en un estilo
que, para mí también, se impuso por el hecho de mi contacto con la enfermedad
mental.
No pienso
que se pueda decir realmente que los neuróticos son enfermos mentales. Los
neuróticos son lo que son la mayoría. Felizmente no son psicóticos. Lo que
es llamado un síntoma neurótico es simplemente algo que les permite vivir. Ellos
viven una vida difícil y nosotros intentamos aligerar su incomodidad. A veces
les damos el sentimiento de que son normales. Gracias a Dios, no los volvemos
bastante normales para que terminen psicóticos. Este es el punto donde
tenemos que ser muy prudentes. Algunos de ellos tienen realmente la vocación
de llevar las cosas a su límite.
Me excuso
si lo que digo parece — no lo es — audaz.
Puedo
solamente testimoniar de lo que mi práctica me suministra. Un análisis no
tiene que ser llevado demasiado lejos. Cuando el analizante piensa que es feliz
de vivir, es suficiente.
Así me
gustaría ahora que alguien me diga — y yo no estoy aquí como piedra de toque
de la respuesta, quiero decir, no soy yo quien soy la piedra de toque — cómo
alguien se decide a autorizarse como psicoanalista en los USA.
Puesto
que tengo esta ocasión de encontrar a cierto número de colegas, me gustaría
tener una idea de lo que corresponde aquí a lo que he instituído en mi escuela
y que llamo “el pase”.
Eso
consiste en que, en el punto en que alguien se considere bastante preparado
para osar ser analista, pueda decir a alguien de su propia generación, un par
— no su maestro o un seudomaestro — lo que le ha dado la energía para recibir
a la gente en nombre del análisis.
Ustedes
deben admitir que el descubrimiento del inconsciente es una cosa muy curiosa,
el descubrimiento de un muy especializado tipo de saber, íntimamente anudado
con el material del lenguaje, que se pega a la piel de cada uno por el hecho de
que es un ser humano y a partir de lo cual se puede explicar lo que es llamado,
con razón o sin ella, su desarrollo, es decir cómo ha logrado ajustarse más o
menos bien a la sociedad.
Lo que me
sorprende es hasta qué punto ignoramos cómo terminamos por encontrar nuestro
lugar aquí o allá — a la bartola — por qué somos aspirados por algo.
Es cierto que yo llegué a la
medicina porque tenía la sospecha de que las relaciones entre hombre y mujer
desempeñaban un papel determinante en los síntomas de los seres humanos. Eso
me ha empujado progresivamente hacia aquellos que no han tenido éxito en eso,
puesto que se puede ciertamente decir que la psicosis es una suerte de
bancarrota en lo que concierne al cumplimiento de lo que es llamado “amor”.
En el
dominio del amor, la paciente de la que les hablaba podía seguramente tener al
por mayor contra la fatalidad. Y yo quisiera terminar con esta palabra.
En la
palabra fatalidad — fatum — hay ya una suerte de prefiguración
de la noción misma de inconsciente. Fatum viene de fari, la
misma raíz que en infans, que naturalmente no se relaciona, como se
supone comúnmente, con alguien que no habla; pero, a partir del momento en que
sus primeras palabras han cristalizado — cristalización material de lo que lo
condiciona como ser humano —no se puede decir que es infans.
Ahora, si
alguien quisiera responderme, yo consideraría que no he perdido mi tiempo
puesto que lo invito a decir la verdad. Cómo alguien ha llegado a ello, no veo
por qué vacilaría alguien en decirlo.
Ustedes
pueden decir simplemente: yo pertenezco a una asociación psicoanalítica
pues eso me ha parecido una bella situación y me ha dado un trabajo no desagradable
puesto que interesa a todo el mundo…
Pero el
fin de la verdad, la verdad verdadera, es que entre hombre y mujer eso no
anda.
Palabras clave: Jacques Lacan - Conferencias en Estados Unidos - 1975
Palabras clave: Jacques Lacan - Conferencias en Estados Unidos - 1975
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